Bety es fantástica en el sentido
de poner en duda lo que damos
por hecho, con el poder de las palabras
vacías de referencia, y porque realiza
presencias fantasmales.
Está atrapada en su casa y su cabeza
juega sucio: se hizo amiga de los vidrios,
y si no reconoce el reflejo,
conversa con lo que hay adentro:
Hola, señora, no sé
si son ustedes o ellos,
uno y uno, uno y dos,
ay dios, ay dios, ay dios,
cuánta tristeza.
¿Dónde está el otro?
¿Vos vas muy largo?
Todo lo que ven lo que llueve,
van a comer a comenzar agua,
se puso todo oscuro,
la nena era para mí,
la cabeza blanca allá, ¿soy yo
o es mi hermana por lo menos?
¿Usted no quiere ir con usted?
¿O voy a ir pelada sola?
Los parientos, ella me camisa bien,
¿está casuda? Tu casa, tu candado,
¿quién lo ponsó? Fiorelito firegido,
mi mamá está terminada,
y va a quedar cerrado esto,
mucha tristeza, uno y uno somos,
vos también, corazoncito,
funtenerse coracito,
tengo muchos años para estar salada,
mi familia está adentro,
¿vos dónde estás vivitando?
Me pegaban y pagaban, usted querida,
uno y uno y uno y uno,
la otra y la otra, ay qué tristeza,
no me voy a ir vencida,
porque a lo último ¿qué?
¿Vos querés algo para qué?
Que el mundo no se apague en silencio.
En la entonación hay diálogo:
“Como pasarse una pelota”.
Bety le toca el hombro a su reflejo.
Sonríe, saluda y la cabeza blanca
deja de ser su hermana: Esa soy yo.
Acá se puede ver el video para Bárbara que realizó Daniel Liñares.