El juego de la vida

 

Es tan difícil confiar en el azar
como en las decisiones.

Vos andás descalzo por la arena
dejando huellas para la espuma
sin certeza de qué ganas
ni si perdés
ni quiénes juegan.

La negra del esnórkel y marfil,
los contorsionistas del berimbau,
el flaquito que sostiene
la bola con los hombros,
te hacen perder el hilo.

Una chica quiere unirse
a tu aventura, o sumarte,
y te ata con las piernas.
Otra en otro punto del espiral
saborea una delicia triste,
y lamentás no haber traído flores.

Está cayendo agua de las estrellas.

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