Si leyeron Lengua extranjera, el texto de Sol Fantín les puede resultar revelador de varios aspectos; y si no, igual van a encontrar muchas ideas de cómo se puede entrar, con inteligencia y gracia, a un libro de poemas.
LENGUA EXTRANJERA, de Fernando Aíta. Instrucciones para desarrollar el extrañamiento del lenguaje propio
Lengua extranjera (Aita, Fernando. Avellaneda: el autor. 2012) es un libro de poesía de edición muy cuidada -con diseño de Lisandro Aldegani, ilustraciones de Guillermo Meza y serigrafía de Sergio Passerini- que vale la pena tener entre manos. Sin contar las ilustraciones, incluye cuarenta textos:
- Un prólogo breve, firmado por Los editores.
- Treinta poemas en verso libre y de extensión variable (los más breves son de dos versos, el más largo ocupa cuatro páginas).
- Seis poemas-ejercicios para completar, con el formato de los que aparecen en los libros de actividades para aprender lenguas vivas extranjeras.
- Dos poemas que tienen también algo de ejercicios (GRACIAS, LIDIA y BOTIQUÍN).
- Un glosario.
Lo que propongo a continuación es una hipótesis de lectura para integrar algunos de los diversos elementos que constituyen estos textos y sus ilustraciones: una columna vertebral imaginaria que puede hacer de este poemario una criatura también imaginaria -una gárgola que se posa en mi hombro y saca la lengua. No hay ninguna pretensión de clausurar el sentido del libro fijándolo en un modo de leer: se trata simplemente de compartir una experiencia de lectura, para que cada lectora y cada lector hagan con ella lo que les plazca.
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